Rosa Ribas
La agencia de detectives de Mateo Hernández tiene su sede en el barrio barcelonés de Sant Andreu. Allí, junto a Mateo, trabajan sus hijos Marc y Amalia, y un asistente, Ayala, encargado de los trabajos más sucios. Lola, la mujer de Mateo, colabora de una forma peculiar: sus intuiciones suelen ser desconcertantemente certeras.