¡Qué idea tan original: Una novela de detectives!

Claro, ahora ya no nos parece tan original.
Pero sí que lo era en 1841, cuando Edgar Alan Poe publicó Los crímenes de la calle Morgue.
Hasta entonces no se había escrito ningún relato policíaco, lógicamente.
¿Por qué lógicamente? Ahora me explico.

La aparición de las novelas policíacas

Como te comentaba hace unos días en el post sobre La calle Morgue, Edgar Allan Poe está considerado como el precursor de las historias de detectives, ya que su novela Los crímenes de la calle Morgue es históricamente el primer relato de este género.
¿Pero por qué aparecen justo entonces las primeras novelas policíacas?

Un asesinato literario no era una cosa nueva, desde luego. ¡Asesinatos, los hay hasta en la Biblia! En la literatura había crímenes desde hacía siglos, pero ahora el crimen pasa a ser el eje de la historia.

Pero no solo fue Poe. A continuación, muchos autores siguieron la estela y los relatos policíacos se hicieron muy populares. ¿Por qué ese impulso de repente?

La aparición de la novela detectivesca responde a un cambio social. Tiene lugar la Revolución Industrial y se respira un optimismo hacia los avances científicos. Se instala en la sociedad la idea de que el ser humano con su inteligencia es capaz de razonar y dar solución a cualquier problema.

También a comienzos del siglo XIX, se constituyen los cuerpos de seguridad profesionales en las ciudades europeas y norteamericanas. En este tipo de novelas, se asume que los nuevos cuerpos de policía, precisamente por ser nuevos, están formados por personas con poca experiencia. La policía siempre queda desconcertada por el crimen cometido e impotente para solucionarlo.

El detective se convierte en el nuevo héroe moderno. Él sí que tiene experiencia y una inteligencia poco común. Es un personaje brillante y excéntrico, y tiene un compañero que es su alter ego y nos cuenta la historia. ¿Te suena?

Ese esquema se ha seguido repitiendo y tiene aún plena actualidad. Después de los clásicos como Sherlock Holmes y Hércules Poirot, llegaron Maigret y Philip Marlowe, y hoy siguen publicándose novelas como Los crímenes de Fjällbaccka o las del comisario Montalbano.

Portada de Los crímenes de la calle Morgue
Un “cuento de raciocinio”,
según su autor

Los crímenes de la calle Morgue

Como ya he dicho antes, Los crímenes de la calle Morgue se considera que es el primer cuento de detectives moderno, algo así como la primera novela de suspense de la historia.

Este “cuento de raciocinio”, como lo llamó su autor, fue publicado en abril de 1841 en la revista literaria Graham’s Magazine de Filadelfia.

Precisamente porque va a introducir una novedad, el relato empieza con una disertación de varias páginas sobre el tema, que posiblemente en su día llamaría mucho la atención a los lectores del Graham’s Magazine.

Por otra parte, este relato es singular dentro de la obra de Poe, porque en él no incluyó ese componente imaginario y fantasmagórico que le hizo famoso. Incluso, mientras analiza el caso y va desgranando sus deducciones, el detective Auguste Dupin declarará: “Supongo que bien puedo decir que ninguno de los dos cree en acontecimientos sobrenaturales”.

Pero incluso en sus cuentos analíticos, Poe muestra sus obsesiones. En sus obras introducía dos personalidades opuestas. Por un lado, la locura y la irreflexión y, por el otro, una especie de voz racional que analiza y desmenuza científicamente los acontecimientos. Esa dicotomía entre sombra y duda, o entre tinieblas y luz, es precisamente la esencia del genio de Poe.

El detonante de la historia es el brutal asesinato de dos mujeres en un apartamento en París. Son  madame L’Espanaye y mademoiselle Camille L’Espanaye, madre e hija, cuyos cadáveres son hallados en una habitación cerrada por dentro. Se da la circunstancia de que no es posible que ninguna de las dos matara a la otra y luego se suicidara. Así que el misterio está servido: ¿Quién fue el asesino? ¿Por dónde pudo salir?

La policía queda en evidencia ya que se muestra impotente para resolver ese misterio.

Pero no te preocupes, querido lector, porque se hará cargo de la investigación un detective aficionado, Monsieur Auguste Dupin. Se trata de un avispado joven de buena familia abocada a la pobreza por una serie de desgraciados sucesos. Su único lujo son los libros.

Después de una brillante búsqueda y análisis, Dupin nos ofrecerá una explicación satisfactoria. Al principio nos suena un poco extravagante, pero él nos demostrará que es cierta.

Una característica a destacar en este relato es que no llegamos a saber el nombre del narrador. Poe pretende con este truco facilitar nuestra identificación con él y meternos en la historia como si fuésemos el compañero de Dupin.

Lo que más le interesa es que acompañemos a Dupin en el “proceso de raciocinio” que le conducirá a la resolución del misterio. Ese interés primordial es lo que ha llevado a identificarlo como el antecedente directo de las novelas de Arthur Conan Doyle y su personaje Sherlock Holmes.

Casi un siglo más tarde, en 1932, Bela Lugosi dirigió una película basada en el relato de Poe.

“-Me temo -repuso Dupin- que se considera insoluble este misterio por las mismísimas razones que deberían inducir a considerarlo fácilmente solucionable”

Los misterios “de cuarto cerrado”

Uno de los esquemas más clásicos del relato policiaco es el del llamado «cuarto cerrado«: un crimen imposible de resolver porque nadie pudo entrar ni salir de la habitación donde se encuentra el cadáver de la víctima.

Los crímenes de la calle Morgue, aparte del primer relato policíaco, es asimismo el primer misterio de «habitación cerrada», en el que se reta al lector a resolver un enigma aparentemente irresoluble y planteado en un ámbito muy concreto y delimitado.

También en este caso, son legión los escritores que han seguido a Poe. Hace unos días te comentaba que Agatha Christie publicó su primer relato El misterioso caso de Styles  en 1920. Pues precisamente se basa en un misterio de habitación cerrada.

También es famoso El misterio del cuarto amarillo, de Gaston Leroux, donde el avispado Rouletabille descubre al asesino, a pesar de la dificultad.

Pero de los cuartos cerrados hablaremos otro día.

 

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