Los misterios de habitación cerrada, que presentan asesinatos aparentemente imposibles, atraen a los aficionados a las novelas de suspense y de crímenes desde la época dorada de la ficción detectivesca, hace más de un siglo.
¿Se te había ocurrido que también ha habido asesinatos de este tipo en la vida real?
Hace poco te hablé de los misterios de cuarto cerrado en dos posts:
• Los misterios de habitación cerrada (I)
• Los misterios de habitación cerrada (II)
Los escritores de novelas de crímenes han creado muchas historias de este subgénero para deleite de nosotros, sus lectores.
Pero el caso es que, como ocurre siempre, las historias inventadas tienen su origen en la vida real.
Dos casos reales
Seguro que se han dado muchos casos reales de crímenes de habitación cerrada. Yo te voy a explicar dos:
• New York, 9 de marzo de 1929.
Isidore Fink, se encontraba en su lavandería de la Quinta Avenida, con las ventanas cerradas y la puerta con la llave echada por dentro.
Un vecino oyó gritos y sonidos de golpes, aunque no disparos, y llamó a la policía, que no logró entrar de ninguna manera.
Se les ocurrió aupar a un niño para que se colara a través de un pequeño lucernario y abriese la puerta.
La policía encontró a Fink muerto, con dos heridas de bala en el pecho y una en la muñeca izquierda.
No parecía que hubiesen robado nada y no se encontró ningún arma.
La teoría más plausible parecía ser que el asesino hubiese trepado por el exterior del edificio y disparado a través del lucernario. Sin embargo, una quemadura de pólvora en la muñeca de Fink indicaba que tenían que haberle disparado a quemarropa.
Años más tarde, el comisario de policía que se había encargado del caso calificaría el asesinato de Fink como un “misterio irresoluble”.
• París, 16 de mayo de 1937.
Laetitia Toureaux fue encontrada asesinada a puñaladas en un vagón del metro de París. El convoy había salido de la estación de Porte de Charenton a las 18:27 y había llegado a la siguiente parada, Porte Dorée, a las 18:28.
Laetitia era la única ocupante del vagón. Los testigos no vieron a nadie más entrar o salir del compartimento donde su cadáver fue encontrado. El asesino tuvo un minuto y veinte segundos. Ni el asesino ni el método de escape fueron jamás descubiertos.
Un relato de cuarto cerrado muy, muy antiguo
El periodista Michael Sims analizó los orígenes del personaje de Sherlock Holmes en su ensayo, “Arthur and Sherlock, Conan Doyle and the creation of Holmes” (2017).
Sims nos explica que el origen de la literatura detectivesca se remonta al Antiguo Testamento y cita una historia del “Libro de Daniel”, que data del siglo II o III antes de nuestra era.
El periodista comenta en su ensayo cómo Daniel resuelve un misterio en una habitación cerrada:
El profeta judío se encuentra exiliado en Babilonia, junto con su pueblo. El rey Ciro le insta a adorar al dios Bel, pero Daniel responde que no cree en ídolos falsos. El rey le dice que no es falso, que es un dios vivo porque todas las noches le dejan comida y vino en una habitación sellada y por la mañana no están, lo que es una prueba de su existencia.
Ante la resistencia de Daniel, el rey le dice que, si no es capaz de demostrar que no es el dios el que come y bebe por la noche, le ejecutaría por impío.
¿Qué hizo Daniel para demostrar la falsedad del dios babilónico?
Cubrió con ceniza el suelo de la estancia. A la mañana siguiente, el rey y Daniel comprobaron que la habitación seguía estando sellada. Sin embargo, en la ceniza había huellas que mostraban claramente que por una puerta secreta entraban los sacerdotes y se comían y bebían todas las ofrendas.
Según dice Michael Sims, Daniel proporciona el tipo de narrativa que los lectores buscan en las obras de detectives: el investigador va reemplazando en la mente del lector lo que a primera vista parecía que había ocurrido por lo que realmente ha sucedido. Y de paso, en este tipo de historias de intriga, se aclara el misterio reivindicando la importancia de las evidencias físicas halladas en el lugar del crimen.
¿Eres aficionado a las historias de habitación cerrada? ¿Cuál es tu favorita?